Con el
avance de la tecnología el hombre ha inventado muchos aparatos que han facilitado
su vida diaria.
La
primera obra del género de ciencia ficción, tal y como lo conocemos hoy, aparecen
1818 gracias a la Revolución Industrial. Antes de la Revolución Industrial la economía se
basaba de pequeños talleres encargados de la fabricación artesanal de los
productos. Cuando llegaron las grandes máquinas, las personas fueron
sustituidas. Maquinas mecanizadas podrían
hacer el trabajo de manera más precisa y aun menor tiempo.
Encendiendo
la imaginación de muchos soñadores que plasmado en textos trasmitieron sus
ideas del futuro, donde las maquinas eran parte indispensable de nuestra vida
diaria. A inicios de la informática, los primeros aparatos eran cajas enormes
que ocupaban el espacio de una habitación, el funcionamiento de estas maquina era limitada pues podía descifrar
un par de textos y realizar sumatorias.
Hoy
los robots son una realidad se diseñan para una enorme gama de funciones.
Especialmente para realizar tareas que serían difíciles, peligrosas o imposible.
La inteligencia artificial pretende recrear las capacidades humanas en máquinas,
con el objetivo de sustituir al mismo humano de ciertas actividades.
Los robots son multidisciplinarios
existen desde los brazos robóticos utilizados en la industria automotriz hasta el
novedoso sistema quirúrgico Da Vinci, que permite practicar cirugías de alta
complejidad poco invasivas y con una precisión sin precedentes; desde los
robots espaciales diseñados para explorar la superficie de planetas
desconocidos hasta la aspiradora doméstica Roomba, que realiza la limpieza de
manera autónoma, o el Nano colibrí, un pájaro utilizado para espionaje militar.
Con el propósito de los
músculos y tendones que intervienen en el movimiento de flexión de los dedos,
se colocaron pequeños tramos de alambres musculares, amarrados a clavos
colocados en cada articulación, de manera que al hacer pasar corriente a través
de ellos, se realizara la contracción, permitiendo mover cada segmento, de la
misma manera en que se mueven los eslabones en un robot manipulador. Dando un brazo y mano a quien no la tiene.
Pero quizá los más
llamativos sean los androides, que imitan la morfología, el comportamiento y el
movimiento de los seres humanos.
También los robots
pueden trabajar indefinidamente, incluso en fines de semana o feriados con tan
solo un mínimo de supervisión, con lo cual se logra incrementar los niveles de
salida y las fechas límite pueden ser respetadas con más holgura.
¿Nuestro presente es
mejor con inteligencia artificial? Apresar de qué robots nos ayudan con
actividades y benefician nuestra salud. Por un lado, tenemos la sensación de
que la evolución tecnológica cumplirá todos nuestros deseos; por el otro, nos produce
sentimientos dependencia absoluta. ¿Cuántas veces no hemos oído frases como “me
siento desnudo sin mi celular? Los niños actualmente no saben qué hacer si un día
llega a irse la energía eléctrica. Los estudiantes para una simple operación matemática
sacamos el celular pues cuenta con un sinfín de aplicaciones pero ente las más
simples pero indispensables la calculadora le “salva la vida” a un par de
neuronas.
No todo es color de
rosa en el tema de la robótica y en el actual desarrollo tecnológico la
constante innovación tecnológica con nuevas funcionalidades y diseños,
conllevan un permanente recambio de equipos a una velocidad preocupante. Según
datos de mercado se estima que el ciclo de vida útil para una computadora de
escritorio es de siete años y cinco para las portátiles.
“la Unión Europea
afirman que, en promedio, los aparatos eléctricos y electrónicos están
compuestos por un 25% de componentes reutilizables, un 72% de materiales
reciclables (plásticos, metales ferrosos, aluminio, cobre, oro, níquel, estaño
de las placas, etc.) y un 3% de elementos potencialmente tóxicos: plomo,
mercurio, berilio, selenio, cadmio, cromo, sustancias halogenadas,
clorofluocarbonos, bifenilos policlorados, policloruros de vinilo, ignífugos
como el arsénico y el amianto, entre otros”3
La tecnología es
importante y en cierta situaciones, indispensable para el conocimiento y
desarrollo humano, se me hace imposible imaginar investigaciones científicas, en el área
de química sin la utilización de inteligencia artificial, como un simple pH metro.
Pero espero que no lleguemos a vivir con robots como compañía o como situación
de personas, sino más bien que exista robots que ayuden a maximizar el
desempeño y capacidades humanas.
Gómez Herrera en el artículo
plante una sociedad que pueda vivir con
androides, haciendo una comunidad más amable y efectiva. Dando miles de cuestiones ¿cuánto dinero se
tiene que invertir para generar todos los robots que serían necesarios? ¿La
gente está preparada para convivir con estas máquinas? ¿No sería más factible
educar y capacitar a las personas para hacer una mundo mejor? Desde que era una
niña me he preguntado si lo que estamos haciendo como humanidad es correcto, es
correcto o necesario contaminar y maltratar nuestra naturaleza para poder
mandar un mensaje en menos de dos segundos. Aunque sé que hay muchos beneficios con el
desarrollo de nuevas tecnologías el impacto ambiental y social son importantes
de cuestionar. Por ellos decidí trabajar con el artículo de Gómez Herrera.
Referencias
1. Dorador González, J. Robótica y prótesis inteligentes. Revista
Digital Universitaria Volumen 6 Número 1
ISSN: 1067-6079 México: UNAM, recuperado el 20/04/16 de: http://www.revista.unam.mx/vol.6/num1/art01/art01_enero.pdf
2.Gómez Herrera, R. (2013). La inteligencia
artificial. ¿Hacia dónde nos lleva? ¿Cómo ves?, N°. 2, (Pp. 8-11). México:
UNAM, recuperado el 13/04/15 de: http://www.comoves.unam.mx/assets/revista/2/la-inteligencia-artificial-haciadonde-nos-lleva.pdf
3. Greenpeace. Basura informática, la otra cara
de la tecnología, recuperado el 22/04/16 de: http://www.greenpeace.org/argentina/Global/argentina/report/2011/contaminacion/basura_electronica_otra_cara_tecnologia.pdf
4.
Romero Costas, Matías Robótica : entra al
mundo de la inteligencia artificial . - 1a ed. – Buenos Aires : Educ.ar S.E.,
2012. 32 p.
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